La Vanguardia, 30 Ottobre 2011
Pese a loschistes, las meteduras de pata y los escándalos de Berlusconi, hasta hace pocotiempo Italia se veÃa como un paÃs pese a todo sólido, capaz de garantizar unabuena estabilidad económica. Muchas señales parecÃan confirmar esta sensación:un paro por debajo del 8%, d&eacuto;ficit contenido, bancos bien capitalizados y unmade in Italy todavÃa muy fuerte en el mundo.
Sin embargo, estos das Italia parece ser la preocupación principal de Europa, como si pudiera convertirse enun nuevo caso griego. ¿Qu&eacuto; es lo que despierta tanta inquietud? ¿Qu&eacuto; es lo queha cambiado?
No, no ha habido ningún cambio en los datos económicos de base.Muchas pymes aguantan, asà como los ahorros de las familias, y el paro no haestallado. ¿Entonces? El verdadero problema es que Italia es un paÃs parado,sin empuje. Y sin crecimiento, el endeudamiento está destinado a crecer sinlÃmite, obligando a recortes cada vez más duros, con medidas depresivas quecorren el riesgo de dar lugar a un mecanismo peligroso. Esto es lo que da másmiedo, porque no estamos ante un estancamiento relacionado con la crisis, sinocon problemas que Italia arrastra de antes. Basta con pensar que desde lasegunda mitad de los años noventa, cuando España crecÃa a un ritmo del 4%anual, y otros paÃses cerca del 2,5%-3%, a Italia le costaba superar el 1,5%.
No es sólo una cuestión de rigidez del mercado laboral, sino de rigidezeconómica y social a 360o. Italia es un paÃs bloqueado por castas, reglas,pequeñas y grandes jaulas pensadas para proteger a los que están dentro, peroque han acabado atrapando a todo el paÃs. En cada actividad económica, Italiaestá bajo el dictamen de colegios profesionales, licencias y otras formasburocráticas que limitan el acceso y que definen las reglas de funcionamiento:desde los abogados hasta los taxistas, pasando por los ingenieros oarquitectos. Por ejemplo, un joven abogado que hoy quisiera hacerse un huecoaplicando tarifas más bajas o haci&eacuto;ndose pu- blicidad no puede hacerlo: loshonorarios están fijados por el colegio y la publicidad está prohibida.
Unjoven farmac&eacuto;utico que quiera montar su negocio lo tendrá difÃcil: laslicencias son pocas y caras y suelen transmitirse a los hijos. Lo mismo paralos taxis u otras actividades. En Italia el 44% de los arquitectos son hijos dearquitectos, el 39% de los ingenieros son hijos de ingenieros, el 42% de loslicenciados en derecho son hijos de licenciados en derecho, etc&eacuto;tera. Estas sonlas reformas que Europa pide a Italia pero que nadie quiere hacer. Sólo haceunos meses, cuando el Gobierno intentó liberalizar la profesión de abogado,hubo una insurrección entre los diputados en el Parlamento, en su mayorÃaabogados. La norma se eliminó. Hace cinco años, el intento de aumentar laslicencias de taxi bloqueó Roma durante semanas.
Luego está eltema de los jubilados. Europa espera en este asunto medidas que este gobiernono es capaz de dar. El problema no sólo es la edad de jubilación. TodavÃa estáen vigor en Italia una norma que permite a las personas jubilarse despu&eacuto;s decierto número de años trabajados, sin tener en cuenta la edad. De esta manera,durante d&eacuto;cadas se jubilaron personas de 40-45 años o incluso más jóvenes. Seha estimado que estos baby jubilados cuestan a Italia, si se consideran losmenores ingresos y los mayores gastos, 163,5 millones de euros, segúnConfartigianato. Sin embargo, es imposible tocarlos. Los sindicatos se oponen(el 55% de sus miembros son jubilados) y tambi&eacuto;n la Liga Norte, el aliado másfiel de Berlusconi.
En conclusión, Italia está paralizada por una alianzatransversal que suma a grupos de derecha y de izquierda, que se movilizan cadavez que hay algo que puede poner en riesgo sus derechos adquiridos y susposiciones de privilegio. Pero fuera de este denso sistema de jaulas yproteccionismos, existe otra Italia. Una Italia formada por jóvenes, mujeres yparados ocasionales que no están enmarcados en ningún contrato de categorÃa,que no están protegidos por ningún amortiguador social. Casi una de cada dosmujeres no trabaja, cerca del 28% de los jóvenes italianos está en el paro.